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jueves, 14 de abril de 2011

16 ABRIL DE 1818: PETICIÓN CONVOCATORIA A CABILDO ABIERTO Y PRISIÓN DE MANUEL RODRÍGUEZ

Fundamentación histórica del Proyecto "Hoy nacerás del Pueblo como entonces", de creación y producción, ganador FONDO NACIONAL PARA EL DESARROLLO DE LA CULTURA Y LAS ARTES, "FONDART" 2010, NIVEL REGIONAL.
  

Agustín Vial Santelices

Había estudiado Derecho en la Real Universidad de San Felipe (1793), titulándose de abogado ante la Real Audiencia de Santiago (1798).
Fue Secretario Interino de la Capitanía General y Oficial Mayor en Propiedad, bajo el Gobierno del Capitán General Joaquín del Pino y Rojas (1799-1801, posteriormente Virrey del Río de la Plata, Buenos Aires, 1801-1804). Hacia 1802 se desempeñaba como Acalde de Aduana de Valparaíso.
Adhirió a la Junta de 1810 y fue elegido Diputado Propietario en 1811, por lo que fue desterrado a las Islas de Juan Fernández, tras del “Desastre de Rancagua”, regresando sólo después de Chacabuco.


Juan Agustín Alcalde

Había sido regidor del Cabildo de Santiago en 1810 y entusiasta partidario de la Junta del 18 de Septiembre, luego fue Diputado por Santiago en el Primer Congreso Nacional (1811).
Después del “Desastre de Rancagua, fue uno de los mayorazgos que juraron obediencia a los capitanes generales Mariano Osorio y Marcó del Pont, porque no se justificaba ya un gobierno autónomo en Chile después del regreso de Fernando VII, considerando que la Primera Junta y el Congreso se hicieron cargo del país en nombre del legítimo monarca; por tal motivo, no tuvo mayores problemas con la Reconquista Absolutista (1814-1817).
  El pasado 16 de Abril, Chile recordó la frustrada convocatoria a un Cabildo Abierto (1818) para poner fin al Directorio (selecto cuerpo colegiado que gobernaba Chile, desde el 12 de febrero de 1817, dirigido y orientado por la Logia Lautaro, que resolvía secretamente los destinos de la Patria, sin la pública aprobación de la ciudadanía, acostumbrada, desde 1810, a encaminar libremente su propia conducción y fijar sus propias metas).

Después de la contundente victoria en Maipú, la opinión cívica creía llegado el momento de instaurar una República Democrática, que sirviese de ejemplo a las otras naciones de América, siguiendo el modelo federal de Estados Unidos de Norteamérica. Para ello, era imperioso dotar de más autonomía y poder de decisión a las provincias de Coquimbo (La Serena) y Concepción, así como entregar más potestad a los cabildos de las ciudades.

El Pueblo estaba ya cansado de un sistema de gobierno autoritario y despótico, muy similar al vivido durante los años de Marcó del Pont, respaldado por el Batallón “Talavera de la Reina“, convertido en una especie de “policía política“ casi personal del Capitán General. Una serie de durísimas medidas se estaban aplicando a la población, a tal grado, que la nostalgia por el Régimen Colonial (anterior a García Carrasco) no sólo invadía la mente y el corazón de las clases más acomodadas, pues también los sectores populares se sentían cada vez más postergados, a causa de estas anomalías: elevadas contribuciones difíciles de pagar, confiscación de bienes, acelerado endeudamiento, prisión arbitraria de personas de toda condición social y hasta la pena de muerte por el simple delito de desobedecer un bando o por infracciones a decretos ignorados, como el caso del español Manuel Imaz, ahorcado en la Plaza de Armas de Santiago sin juicio alguno, sólo por orden del Directorio, que operaba en forma colectiva y unánime, pero eludiendo cada cual su responsabilidad individual. La Logia Lautaro tomaba decisiones improvisadas e irracionales cuyo origen se desconocía. Se vivía como en los años del brigadier español García Carrasco (1808-1810).
Coronel de Caballería Manuel Rodríguez Erdoiza.
Una Comisión Cívica Extraordinaria fue nombrada, en representación del “Pueblo de Santiago”, integrada por el Dr. Agustín Vial Santelices, abogado, Juan Agustín Alcalde, 4° Conde de Quinta Alegre, mayorazgo, y Juan José Echeverría, abogado y militar; participaron en este nombramiento casi la mayoría de los regidores del Cabildo de Santiago que, ocho años antes, habían exigido la renuncia del Capitán General José Antonio García Carrasco (11 Julio de 1810), convocado al Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810, electores de la Primera Junta de Gobierno y elegidos como diputados en el Primer Congreso Nacional (1811).
La representatividad de esta comisión era indiscutible.

La parcialidad de algunos(as) historiadores(as) atribuye este petitorio a efectuar un Cabildo Abierto a los “carrerinos”, pero ninguno de los firmantes ni los integrantes de la comisión mencionada tenía mayor simpatía por José Miguel Carrera, al contrario, habían condenado el arriesgado proceso hacia el Republicanismo que éste había iniciado en 1812 y habían estado de acuerdo con el “Pacto de Lircay” (Mayo 1814), que reconocía la potestad del retornado Fernando VII, tratado de paz repudiado por Carrera.
Mientras se desarrollaban las conversaciones entre la mencionada Comisión Cívica y el Director Supremo, sin relación alguna con los sucesos detallados y sin esperar los resultados de aquel infructuoso diálogo, Manuel Rodríguez había reunido una numerosa turbamulta en la Plaza de Armas de Santiago, integrada por los sectores sociales más castigados por la situación política posterior a Chacabuco, que no se sentían representados por los negociadores. Se había creado un ambiente similar a las algaradas; del 11 de Julio de1810, cuando García Carrasco fue derrocado, del 04 de Septiembre de 1811, cuando José Miguel Carrera intervino el Congreso Nacional, puesto que sólo favorecía a las familias más solventes y al derrocamiento de Francisco de la Lastra, por haber propugnado el “Pacto de Lircay”.
En medio de los gritos y protestas, Manuel Rodríguez, Gabriel Valdivieso y algunos de sus amigos personales más decididos, penetraron a caballo al primer patio de la Casa de Gobierno (actual Museo Histórico Nacional), vociferando se aclaren los asesinatos de los hermanos Juan José y Luis Carrera, se explique la disolución de los “Húsares de la Muerte” y la incomprensible tolerancia hacia una eventual recuperación del enemigo absolutista en el sur.
Los edecanes capturaron a Rodríguez y a Valdivieso y los llevaron detenidos al cuartel de San Pablo, al mismo tiempo, aprehendieron al abogado Bernardo Vera y Pintado, que se encontraba entre los manifestantes de la plaza, el que fue desterrado a Mendoza.
Manuel Rodríguez quedó bajo la custodia de veinticinco hombres del batallón Cazadores de los Andes, bajo las órdenes del capitán argentino Manuel Zuloaga y del teniente español Antonio Navarro, con órdenes de mantener al prisionero en estrecha incomunicación; se temía que, de haber quedado a cargo de algún oficial chileno, hubiese habido peligro de fuga o de motín, dado el influjo que el húsar tenía sobre la tropa.

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